jueves, 21 de mayo de 2015

El Baile, volumen I.









Pasamos la noche con mucha tranquilidad. Le había dicho a Fede que iba a dormir a casa de Kira y que por lo tanto no regresaría hasta la mañana. Y Sid... bueno, él ya se había ido antes que yo. De tal manera, nadie se enteraría de que estuvimos juntos. Pero tranquila: pese a tenerlo como cita del baile, empezaba a verlo como hermano. Y no se me ocurría que nuestra relación podría pasar a algo más que eso. Y estaba bien.

Al día siguiente, en la tarde, Sid se apareció en casa pidiendo hablar con Fede a solas. No me pareció una exageración: Fede era muy celoso conmigo, en lo que a chicos se refiere. Y él conocía a Sid de sobra. Y por eso. Por eso sabía que iba a costarle mucho conseguir el "Sí, puedes llevarla al baile" de Fede. Pero lo consiguió.

Voy a decirte que sentí un gran alivio en ese instante.

El Miércoles, Kira fue a recoger su vestido a la tienda —en Bershka sólo encargas online: no lo llevan a tu casa—, así que aproveché para comprar el mío. No tenía ninguna intención de dejar a Sid boquiabierto. Porque nuestra cita no era una cita de ligue, sino de... pura amistad. Así que elegí algo realmente simple. Y por si te lo preguntas, no. Kira no sabía que Sid era mi pareja.

—Anda, dimeee —rogó mientras salíamos de la tienda.

Yo sólo sonreí una vez. —En su momento lo sabrás.

Y bueno, ¿qué decirte? La preparación para el baile es infernal. Chicas corriendo de aquí a allá preguntándose si sus malditos vestidos van a combinar con las cortinas del salón. O si los bocadillos mancharán sus dientes... En parte, es deprimente. Pero no importa. Yo había metido a Kira en ese lío y tenía que acompañarla hasta el final.

El Sábado fue el día, finalmente. Me fui a casa de Kira para arreglarme en paz, ya que Matteo no dejaba de molestarme respecto a mi vestido. "Es demasiado simple. Deberías usar algo más... interesante." Y ya que la banda estaba practicando en casa, no podía echarlo. Y además Sid también estaba ahí, y quería, no sé, al menos sorprenderlo con mi aspecto — no había visto mi vestido, sólo Fede y Matt.

Así que estaba intentando hacer algo con mi cabello, mientras que Kira trataba en serio de ponerse rímel, cuando Des entró a la habitación. Se detuvo a unos pasos de la puerta a mirarnos. Yo ni siquiera me dispuse a lanzarle una mirada agria, seguí pendiente a mi cabello. Pero sí que lo escuché bien.

—No puedo creer que te hayas dejado arrastrar por la Rubia —se quejó, en dirección a Kira. Yo ya me había acostumbrado a ese irritante apodo.

Y aclaro, no soy rubia. Soy castaña.

La leve discusión que se armó a continuación fue un tanto incómoda, pero yo supe ignorarla de la manera correcta terminando de darle los últimos toques a mi cabello. Le sonreí satisfecha al espejo. Pero la verdad, sólo me gustaban las ondas que logré hacerle a mi cabello. No llevaba nada de maquillaje en el rostro, y  mi vestido tenía el color más llamativo de todos: el blanco. Y no llevaba nada más que unos simples aretes de imitación de diamantes de joya. No me sentía cómoda conmigo misma, pero sabía que en cuanto empezara a divertirme todos esos pensamientos se irían a la basura.

Me hubiera gustado llevar mis típicos converse negros, o incluso unas Vans. Pero para ir acorde, decidí usar unas sandalias color plateadas con unos toques metálicos.

Pero si mirabas a Kira, estoy segura de que te hubieses quedado sin respiración. Su vestido era azul cielo, y tenía un lindo encaje blanco en la parte de arriba: dejando que la parte de abajo, que era de tul, formara una forma de A espectacular. Había hecho que su vestido combinase con sus pendientes y pulseras, y llevaba un sencillo maquillaje. Y su cabello, normalmente lacio, caía con unas leves ondas en la punta. Lucía espectacular.

Le puse su tiara de princesa, y su banda, y ambas nos miramos al espejo. La sensación que me invadió fue tan conmovedora, que lo único que hice fue reírme.

—Esto es muy cursi —mencioné, apartándome rápido del espejo. Tomé mi bolsa-de-lazo-cruzado. Iba a ir con un vestido, pero no por eso debía usar esas estúpidas bolsas de mano. Además estaba segura de que en algún momento iba a perderla.

Cuando bajamos al porche, justo estaba llegando Justin en una limousina alquilada. Alquilada por mí, con mi dinero, quiero decir. Pero a Kira no pareció importarle: al contrario, se mostró muy cariñosa con él en el camino. No me agradaba mucho Justin, pero supongo que debía empezar  a aceptarlo. Él era muy importante para Kira y todo eso.

—¿Y tu pareja, Kyo? —preguntó él.

Yo sonreí, tratando de ser amable. —Nos encontraremos en el baile.

—¿Me vas a decir quién es? —me preguntó Kira. Yo negué y me reí.

Cuando llegamos a la escuela, todos estaban entrando. La verdad, todo eso le daba una apariencia de elegancia a la cárcel que le creí perdida. El ambiente estaba en su punto. Justo como a mí me gustaba.

Kira y Justin se bajaron en la entrada, caminando por la alfombra roja que las princesas de la escuela se habían ingeniado en conseguir, y caminaron por ahí como si de la realeza se tratara. Me sentía muy orgullosa por mi amiga, pero en lo que a Justin concierne, preferiría verlo caminar hacia la horca.

Por mi parte, me quedé en la limousina y le dije al chofer que me llevara hacia el estacionamiento. Me dejó allí y puso el vehículo en marcha, dejándome sola. Me sentí algo triste, pero inmediatamente me encaminé hacia la puerta trasera de la escuela, que daba otra entrada al gimnasio donde el baile tenía lugar. Entrando, me encontré con Aylin, que estaba enrrollándose con su novia al lado de los globos. Rodé los ojos, decidida a no molestar, y seguí caminando.

Probablemente no te había hablado antes de ella. Pero es una buena amiga que conocí hacía unos meses atrás. Su cabello era negro y lacio, pero corto, hasta los hombros, y su piel era de un leve color quemado. Sus ojos, negros, te delataban cuando mentías.

Observé mis alrededores. Todos mis amigos tenían a su pareja allí y yo sólo haría mal tercio, de seguro. Así que me fui a sentarme a una de las mesas y me quedé sola por un largo rato. De pronto, Sid cayó en la silla a mi lado.

—Lamento llegar tarde —me dijo, acomodándose el moño que llevaba por corbata

Me sentí realmente afortunada de tenerlo a él como pareja en ese momento, y una sonrisita se escapó. Mis mejillas empezaron a arder cuando él reparó en mí.

—Pero, oh, mírate... Luces genial.

—Digo lo mismo —murmuré. Y no mentía. Sid se veía como uno de esos modelos de Calvin Klein a los que tanto me apetecía violar. Tenía un esmóquin simple, negro, y su cabelló lo ató en una cola de caballo. Pero eso no lo hacía lucir menos impactante.

—Gracias —me guiñó un ojo—. Mira, abriremos el baile con un par de cancioncitas y luego dejaré a Matteo a cargo. Entonces podrás ir a presumirme con tus amigas.

Se levantó de la silla, apretó una de mis mejillas, y se fue de allí, dejándome literalmente embobada. Ese día descubrí que los chicos en esmóquin, principalmente si se trata de Sid, me pueden.

Escuché la voz de Fede en el micrófono, presentándose como Splash!. Y, sin más preámbulo, empezaron a presentar I Wanna Be Yours. Sid era el vocalista principal, y su voz hacía que las hormonas que tanto me esforzaba por mantener tranquilas se alocaran. Lo había escuchado cantar antes, pero no con tanto profesionalismo...

Por la puerta principal, empezaron a entrar las princesas y sus acompañantes, aún caminando por la alfombra roja —un dato importante, Khris la consiguió para Kira a un módico precio—.  Al son de la canción, empezaron a bailar en el centro de la pista. Era una canción exesivamente lenta, así que se les hacía fácil mantener el ritmo. Observé a Kira, quien parecía un poco perdida. Y era normal: ese no era su ambiente. Pero Justin le explicaba con dulzura cómo dar cada paso, sin equivocarse, y ella sonreía y hacía lo que él le decía. En ese momento no me caía tan mal.

Miré al escenario, donde estaba Splash!, y vi la cara de Fede. Su cara estaba algo roja, probablemente por los celos, o por la lentitud con la que tocaba la batería, pero yo opté por la opción A. Él aún sentía algo por Kira, y si no necesitara dinero extra para comprar esas baquetas que rompía cada 2x3, o si no quisiera dar a conocer Splash!, estoy segura de que no hubiera aceptado la oferta que Abby le presentó de amenizar el baile.

(aquí detente un rato y sólo escucha la música, aire. idk, imagínate a ti y a Justin bailando, y a mí observándolos a todos ustedes y dando mi raro punto de vista de cada uno).

De repente, algo más movido empezó a sonar. Era Arabella, y a mí me encantaba esa canción, así que me sorprendí a mí misma moviendo los pies debajo de la mesa al ritmo de la canción y tocando una batería imaginaria, mientras las demás personas se unían al baile y la fiesta empezaba a ser fiesta.

—¡Kyo! —escuché a mi amigo Jairo detrás de mí. En un pestañeo ya estaba sentado a mi lado. Él era un chico muy alegre y divertido, con el que me gustaba pasar el rato y jugar videojuegos. Era rellenito y tenía la piel de color—. Debiste aceptar mi solicitud al baile, así no estarías sola.

Era un comentario demasiado ingenioso incluso para él. Sonreí.

—Gracias, Jairo, pero no estoy sola —alardeé.

—¿Con quién viniste?

—Vine con mi amigo —remarqué la palabra amigo como si la vida se me fuera en ello— Sid. Luego te lo presentaré, es buena onda.

—¿Entonces no quieres ir a mover el esqueleto un poco?

Lo miré. Jairo y yo no éramos una mezcla muy buena, pero acepté. Muy pronto sabrás por qué.

Así que, al ritmo de Arabella, Jairo y yo empezamos a movernos raro en la pista de baile. Yo sabía bailar igual que un pez, y Jairo no era un bailarín que digamos, así que ya puedes imaginarte. (inserte aquí el blooper de Aneiro y yo bailando).

Le eché un ojo a Kira, quien estaba avergonzada. Y seguro era por mi comportamiento, pero eso nos hizo reír más a Jairo y a mí. Sé que Fede no iba a estar contento tampoco.

(no leas más hasta que termine Arabella)

Arabella dejó de sonar y Jairo y yo nos miramos, esperando la próxima pieza, pero alguien nos interrumpió.

—¿Me permites esta pieza?

La Invitación.




Capítulo VIII,
La Invitación.



Sé perfectamente que el hecho de haberme escapado de casa, para tomar un taxi e ir a casa de Sid a mitad de la noche sonaba horrible. En serio lo sé. Pero seguía sintiendo esa extraña simpatía hacia él, que me atraía y me hacía imposible negarle nada... Además, si me daban a elegir entre a) quedarme en mi habitación sin hacer nada, o b) hacer algo interesante, hubiera elegido la última opción sin darle mucha cabeza.

Bajé del taxi y me econtré frente a, como me gustaba llamarle, la caja negra. Suspiré, preguntándome por qué estaba allí. Sí había elegido la opción b), pero no por eso no me preguntaría por qué cometía semejante estupidez.

Bufé, y justo cuando iba a darme media vuelta para irme, el portón oxidado de la caja negra se abrió. Me sobresalté, y al girarme, ahí estaba Sid. Con su típica sonrisa ladina.

—No pensé que vendrías, para ser honesto —comentó, con un atisbo de gracia. No respondí nada—. Vamos, entra —me indicó con la cabeza que entrara, para luego hacerlo él. Yo lo seguí.

Caminé a través de la sala siguiendo a Sid. Noté varios cambios. Como, por ejemplo, había una pared pintada de un blanco que daba la ilusión de elegancia. Y habían varias macetas con ficus y plantas por el estilo. Nunca tuve una imagen de Sid-amante-de-las-plantas hasta ese día.

—¿Te gusta la naturaleza? —pregunté, sentándome en una caja.

—Algo así —me respondió mientras buscaba algo en el refrigerador—. ¿Quieres algo de tomar?

Me lo pensé un poco. —¿Qué tienes? —y reí.

—Tengo sodas, jugo de manzana, agua enlatada y-

—¿Agua enlatada? —fruncí el ceño.

—Sí. Ya sabes, boxed water is better —rió, y sacó del frigorífico dos latas de agua. Se acercó a mí y me dio una, luego se sentó a mi lado—. Importada desde Japón.

Parecía orgulloso cuando dijo eso, así que me limité a reír y tomar mi agua enlatada. La verdad, sí. El agua enlatada es mejor.

—¿Fede sigue enojado? —preguntó, luego de terminar su lata.

Yo aún no acababa con la mía, así que terminé de tragar y sonreí. —Fede no estaba enojado, —negué levemente— ya sabes, no suele enojarse.

—Ya.

De repente me sentí algo inquieta. —Oye, Sid —llamé.

—¿Sí?

Examiné rápidamente los alrededores.

—Aquí no hay arañas... ¿verdad?

Sid sonrió.

—¿Le temes a las arañas, Salvatore?

Dejé mi lata en la caja de al lado.

—Deja de llamarme Salvatore. Me haces sonar como un chico. Como Stefan Salvatore.

—¿Stefan qué?

Suspiré.

—Sólo piensa en otra cosa. Un simple Kyo también funciona, ¿sabes?

Miré de reojo a Sid. Estaba tumbado, al igual que yo, en cajas; y tenía un brazo descansado en una de ellas, por lo que estaba algo inclinado hacia mí.

—Seguro, Gomita.

Hice una mueca. —Retiro lo dicho. Quedémonos con Salvatore.

—Bueno, entonces Salvatore —rió—. ¿Qué te apetece hacer?

—No lo sé, no tengo nada en mente —bufé—. Pensaba que, como eres el anfitrión, sabrías qué hacer y no que me tendrías acá tomando agua enlatada —negué levemente y me eché a reír.

—Bueno, sí. Tienes razón.

Hizo una pausa para estirarse.

—Ven, vamos a la habitación.

Ningún chico me había dicho eso antes, si quieres saber la verad. Y no me esperaba que la primera vez que recibiera esa orden, sería sólo para algo tan simple e inocente como acostarnos a hablar. Así que me causó algo de gracia y, mientras lo seguía, hice un comentario irónico.

—¿Así de rápido? ¿Ni siquiera me invitarás a una película? —sonreí—. No pensé que te urgía tanto, Sid.

Cuando estuvimos dentro, él sonrió y me miró.

—¿Siempre haces esos comentarios?

—No siempre —me descalcé y me senté en la cama—. A veces sólo me limito a asentir.

Sid y yo entablamos una conversación normal. Así como la que entablarías con un amigo. Pero, a medida de que la conversación fluía, no dejaba de sentirme un poco triste. Tal vez había actuado con indiferencia con respecto al baile, pero la verdad es que quería asistir con todas mis ganas. Incluso ya tenía la idealización de mi vestido perfecto: pero se me ocurrió ser castigada una semana antes... Y encima de todo, quería apoyar a Kira con eso de su nominación al baile y posible coronación como reina. Eran muchas cosas que quizá pueden parecerte estúpidas, pero para una adolescente no lo es tanto.

Sid hizo un comentario irónico sobre algo, y rió. Pero cuando no me uní, me codeó con el brazo.

—Pareces deprimida, Salvatore.

Exhalé pesadamente y en seguida le puse al tanto del problema. Cuando terminé, él me dio uno de esos complejos saludos de mano que los chicos de las fraternidades universitarias usan.

—Bien hecho, campeona.

Le di una mirada de puro disgusto.

—Hey. Pensé que a las chicas les encantan esas cosas. Comprar un vestido, arreglarse el cabello, lucir esa pequeña cosa de decoración en la garganta.

—Choker.

—Sí, choker. Sabía eso. ¿Qué hay para odiar?

—Me siento estúpida de haber puesto el nombre de Kira en las boletas y ni siquiera estar ahí para apoyarla. También, estoy castigada y sé que Fede no me dejará ir al baile si no tengo una cita que sepa cuidar de mí. Y eso es aún más deprimente, porque no tengo cita —suspiré, acomodando mi cabeza en el hombro de Sid—. Supongo que podría ir con Kira. Pero ella ya tiene cita y a Abby se le ocurrirán cientos de bromas de lesbianas. Pero, ¡oye!, peores cosas podrían pasar.

Sid se levantó rápidamente y, arrodillándose frente a su colchón, y abrió sus brazos. Como si la solución fuera obvia.

—Problema resuelto. Llévame a mí.

Puse mis ojos en blanco, de repente arrepintiéndome de tocar el tema. Era lo último sobre lo que quería hablar.

—Sid, Fede ya te dijo que estarás ocupado. Además, ni siquiera vas a la escuela —le recordé.

—Lo de Fede se puede arreglar si expongo mis ganas de llevarte al baile formalmente, ya verás. Y por lo otro, ¿hay una regla acerca de eso? Las chicas de mi antigua escuela en Berna siempre estaban arrastrando a sus novios universitarios a los bailes.

—No hay una regla, en sí.

—¿Ves? Todo está resuelto. ¡Llévame a mííí! —chilló, lo que me hizo reír. Cuando volvió a su lugar, dijo:—. Tú te ríes, pero no me has visto en un esmóquin. ¿O quizás no te gustan los chicos con pechos musculosos y abdominales de tabla de lavar?

Me mordí el labio para conquistar otra risa más alta.

—Basta de intimidarme. Estás comenzando a sonar como una reversión de la Bella y la Bestia. Todos sabemos que eres guapo, Sid.

Sid le dio un apretón afectuoso a mi rodilla.

—Bueno, ya que estamos en esa, te diré que... luces bien, Salvatore. En una escala del uno al diez, definitivamente estás en la mitad superior. Pero, shhh —dijo, colocando su dedo índice en sus labios—. Nunca me oirás admitirlo de nuevo.

—Eh, gracias.

—No eres el tipo de chica a la que yo hubiera perseguido en Berna, pero yo no soy el mismo tipo que era en aquel momento tampoco. Eres un poco demasiado buena para mí y, seamos honestos, un poco demasiado lista.

—Pero tú tienes la inteligencia de la calle —señalé.

—Deja de interrumpirme. Vas a hacer que pierda mi lugar.

—¿Tienes este discurso aprendido de memoria?

Sonrió. —Tengo mucho tiempo en mis manos. Como decía... demonios. Me olvidé de dónde estaba.

Le recordé dónde. —Me estabas diciendo que puedo estar tranquila de que soy más atractiva que la mitad de las chicas en mi escuela.

—Esa es una forma de decirlo. Si quieres ponerte técnica, eres más atractiva que el 97%. Más o menos.

Apoyé una mano sobre mi pecho. —No tengo palabras.

Sid rió. —Sí, tampoco yo si Fede se enterara de que ando cortejándote —volvió a levantarse del colchón, se arrodilló, y tomó mi mano en forma dramática—. Sí, Kyo. Sí. Iré al baile de Primavera contigo.

Bufé.

—Eres tan arrogante. Nunca pregunté.

—¿Ves? Demasiado lista. De cualquier manera, ¿cuál es el gran problema? Necesitas una cita. Y aunque quizás yo no sea tu opción número uno, seré suficiente.

Me lo pensé un poco. Si iba al baile con Sid, Kira no iba a parar de hacer conjeturas tontas sobre una posible relación entre nosotros. E incluso sé que crearía nuestro propio ship. Pero hay que admitirlo. Era una buena opción y además sé que sería divertido. Porque, vamos, ¿quién no querría ir al baile con Sid Wayne?

—Bien, bien —dije, golpeándolo juguetonamente en el hombro—. Es una cita.

Sid sonrió. Yo puse cara seria.

—Pero mejor no exageres con respecto a cuán bien luces en un esmóquin.

viernes, 15 de mayo de 2015

Wanna Cuddle?






Capítulo VII,
Wanna Cuddle?


—Es una lástima que no pueda ir a verlos... —suspiré, tratando de darle pena. Empecé a jugar con mi pasta.

—Ya que yo voy —empezó Fede—, puedes ir...

Chillé de emoción.

—PERO —continuó—, estaré ocupado con la batería y no creo que pueda prestarte la... atención... que necesitas —me miró estricto. Bajé la mirada.

—Yo puedo echarle un ojo —saltó Sid.

Inmediatamente reí. Sid Wayne, echándome un ojo. ¡Por favor! Él necesitaba más cuidado que yo.

—Lo siento, Sid. Pero también estarás ocupado —dijo Fede. Sid suspiró y siguió comiendo.

Cuando terminamos de comer, Kira y yo fuimos a mi habitación a hablar más disparates.

—Deberías llamar a Des y decirle que llegarás tarde —reí mientras me acomodaba la pijama. Salí del baño y encontré a Kira sentándose en mi cama.

—No, ya me voy —dijo apuntando a la puerta con su pulgar y se rió.

—Quédate un rato mássss —rogué, sentándome a su lado—. Podríamos hacer cosas...

Ella me miró raro.

—No ese tipo de cosas, ay.

—¿Qué tipo?

—Bueno, digamos que soy una troll en desarrollo y Fede se duerme temprano —y empecé a reírme.

Le conté lo que planeaba hacer y ella en seguida estuvo de acuerdo. Iba a ser divertido, pero necesitábamos aliados. Así que fui a la cocina, donde sabía de sobra que estaba Matteo —siempre se come mis cosas— y le hablé sobre la broma que planeaba hacerle a Fede.

—¡Es una buenísima idea! Hay que hacerlo.

Sí. Sabía que era una mala idea hablar con él y tenerlo como aliado: pero no importaba. Seguro que era más divertido. Y luego llamamos a Khris y Sid y le hablamos sobre la pequeña e indefensa broma y, aunque Khris no estuvo de acuerdo en un principio, terminó cayendo.

—Bien —les dije a todos una vez parados frente a la puerta de la habitación de Fede, susurrando—. Ya saben lo que van a hacer, ¿verdad?

Todos asintieron.

—Bien. Uno... Dos... ¡Tres!

Entramos a la habitación sigilosamente y cada quien fue a lo suyo. Mi hermano tenía una pizarra para ayudarse a sí mismo mientras estudiaba estúpidas fórmulas químicas, y eso me ayudaba mucho más a mí que a él. Aguanté la risita y empecé a escribir.

"Fede, estás en el año 2415. Han pasado cosas raras y los chicos y yo nos la hemos arreglado para mantenerte con vida, pero nos están buscando. Por favor, no te fíes de nadie. Nada es lo que parece.

-Kyo, Sid, Matt, Kira y Khris."

—Eso es malvado —susurró Sid detrás de mí, yo reí por lo bajo.

—No lo es —negué frenéticamente y seguí dándoles órdenes.

Había que desorganizar un poco la habitación y poner algunas señales tipo: ¡VÁYANSE DE AQUÍ! y ¡ESTE ES NUESTRO TERRITORIO, NO LO TOQUEN! Definitivamente, cuando Fede despertara, se iba a pegar un gran susto...




—¡Ahhhhhhh! —escuchamos desde la habitación del castaño. Esa era nuestra señal, había que empezar a actuar.

Me senté en el sofá y encendí la TV, Kira estaba sentada a mi lado y todo parecía muy normal. Sid se sentó en el sillón a nuestro lado, Matt regresó a la cocina y Khris estaba en el balcón. Todo. Muy. Normal.

Fede apareció en la sala agitado.

—¿En qué año estamos? —preguntó.

Todos sonreímos.

—¿Eh? ¡No se queden callados!

Khris y Matt entraron a la sala y sonrieron.

—¡No me miren así! ¿Qué está pasando?

Me levanté del sofá y Kira me imitó.

—Al fin saliste de tu encierro... —gruñí.

—Hemos estado sedientos —dijo Khris, entre dientes. Los colmillos de plástico notándose.

Fede palideció. —¿Q-qué?

Matteo se aproximó a él y tocó su brazo. Fede se quedó tieso.

—Tiene la piel tersa y se ve jugosa.

Kira lamió sus labios. —¿Quién empieza?

—No sé, pero quiero el corazón —rugió Sid.

—¡No! ¡Confórmate con los pulmones! —me le fui encima, como si siguiera mis instintos, y empezamos una pequeña pelea actuada.

Kira nos separó. —La única persona que se comerá el corazón aquí soy yo —nos fulminó con la mirada, y luego miró a Fede.

—Hola, amiguito —dijo.

No sé si sonó muy violento o lo que sea, pero Fede se desmayó.

—¡Te dije que era muy malvado! —se quejó Sid, riendo.

Los muchachos procedieron a levantarlo del suelo. Lo dejaron en el sofá y empecé a echarle aire.

—Yo sólo quería jugar —expresé, con pena, mientras veía cómo su cara adquiría color. Estaba reviviendo.

—¡No me coman, por favor! ¡No soy nada comestible, de hecho, estoy podrido!

Todos nos echamos a reír.

—Fede, ya cálmate —le dije, sobando su cabello—. Sólo fue una simple broma.

—No aguantas nada, oye —dijo Matteo, sentándose encima de él. Tomó el mando y empezó a cambiar la TV.

—La próxima vez, procuren no jugar con mi futuro, ¿quieren?

—Ya, ya —dije, y me levanté del sofá.

—Bueno, yo me voy —habló Kira—. Des seguro se va a enojar conmigo.

—Des es irrelevante —dijo Khris.

—Yo apoyo eso —mencioné por lo bajo.

Khris y yo chocamos palmas.

—EN SERIO NO SÉ QUÉ TIENEN CONTRA DES —dijo Kira mientras caminaba hacia la puerta, yo la seguí aún riéndome.

—Nada —señalé—. Es sólo que él es un ser muy especial.

—¿Y eso qué tiene de malo?

Abrí la puerta.

—Nada —sonreí—. Buena suerte. Espero que no rompan nada cuando discutan —le toqué la nariz con el dedo y observé cómo se iba mientras rodaba los ojos. Cerré la puerta y me giré hacia el cuarteto de idiotas—. Ustedes, ¿no tienen sus casas?

—No, yo soy pobre —dijo Matt..

—Yo me voy —dijo Sid. Dicho esto, procedió a despedirse de los chicos y luego de mí, dejando un pequeño beso en mi frente. Luego se fue.

—Yo no quiero irme —dijo Khris, mientras desaparecía entre las sombras.

—Okay, eso dio miedo... —susurré. Miré a Fede.

—Mi casa es su casa —dijo, encogiéndose de hombros, aún debajo de Matteo.

—Dímelo cuando un día despiertes y ya no quede nada en la casa —corrí hacia mi habitación, sabiendo que Matteo no entendería mi ironía y se ofendería.

Cerré mi habitación de un portazo.

Al fin sola...

Me subí a la cama, encendí la TV y puse El Maravilloso Mundo de Gumball. Era un progama infantil, sí. Pero divertido.

Unos minutos después, recibí un mensjaje. Era de un tal Dake.

Ponía un sticker que decía Wanna cuddle? Inmediatamente supe que ese Dake, era Sid.





viernes, 8 de mayo de 2015

Actuación.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo V1,
Actuación.
 
 
 
 
Khris miró la habitación objeto por objeto, aún en la puerta, sin decir una palabra. Por mi parte, aún seguía presa por Sid, quien estaba riéndose.



Qué situación más indecorosa decía entre carcajadas. Mis mejillas adquirieron color.


Vaya, vaya musitó Khris, luego empezó a reírse junto a Sid y volví a desear que me tragara la tierra.



Khris retrocedió unos pocos pasos, miró hacia la puerta principal y luego entró a la habitación.



Fede está entrando, arréglense rápido. Fingiré que estoy dándote un sermón sobre responsabilidad, y tú, Sid, vas a apoyarme. Si Fede pregunta cualquier cosa, tú te la encontraste de camino a casa de Kira y como queda cerca, y era tarde, te la trajiste, ¿bien?



Habló tan rápido que a penas pudimos captar las cosas, pero inmediatamente nos pusimos en acción. Sid se levantó y acomodó su camiseta de Metallica mientras yo me sentaba derecha y ponía cara de regañada.



¡Y no puedo creer que ni siquiera te dignaras a llamar! ¡En serio! me gritó Khris, moviéndose de un lado a otro. Sid se apoyó de la pared al lado de la puerta y me guiñó el ojo. Yo sonreí. ¡Casi le causas un infarto a tu pobre hermano, no juegues!




Actúa bien.


Te apoyo, Khris dijo Sid, sin más.



Luego de unos segundos, Fede entró a la habitación y vi como su cara adquiría color.



¡Kyo! en unos pocos pasos estaba a frente a mí, me levantó en un salto y me apretó contra su pecho.



¡F-fede! ¡No respiro! grité, roja y sin poder respirar.



¡Cállate y abrázame! ¡Te juro que pensé que te habían secuestrado, o violado, o matado! me apartó de él y me agarró de los brazos, aún sin soltarme. ¡Las calles son muy peligrosas y lo sabes! volvió a estrujarme. ¡Jamás vuelvas a hacerme esto, nunca, nunca, nunca!



Pude escuchar las risitas ahogadas de Khris y Sid. Idiotas.



Y tú dijo, girándose hacia el segundo más alto de la habitación, ¡¿por qué no me llamaste?!



Estaba algo alterado.



Lo intenté, pero no tenía señal.



¡Tienes mejor cobertura que el presidente! gritó. ¡¿Por qué no la llevaste a casa?!



El camino es largo, viejo dijo Sid, frunciendo el ceño.



¡¿Y preferiste traerla a aquí, llena de chicos con hormonas que pudieran tocarla?!



Negué y me cubrí el rostro. Trágame tierra x3.



Bueno... la fiesta surgió de improvisto...



¡Eres un irresponsable!



¡Bueno, ya basta! Sid se hartó. Agradéceme que no la dejé sola en la calle y con frío sopló un flequillo que saltó hacia su frente y salió de la habitación, dando un fuerte portazo al cerrarla.



Fede miró a Khris, quien se encogió de hombros.



Es Sid dijo, y fue tras él.



Fede volvió a abrazarme.



Estás castigada murmuró.



 

 

 

 

¿Por cuánto? me preguntó Kira. Gruñí y me lancé a mi cama.



Dos semanas lloriqueé. No puede ser tan cruel conmigo, basta cubrí mi rostro con mi almohada y empecé a dar gritos ahogados.



Kira rió. Dos semanas no es nada comparado con la vez que te castigó cuatro meses sentí cómo se sentaba a mi lado. Descubrí mi rostro y reí.



Tienes razón.



Silencio...



¡El baile! chillé, levantándome como resorte de la cama. ¡El baile, diablos! ¡No podré ir!



Kira se levantó de la cama. ¡¿Cómo que no?!



¡No podré ir! ¡Es el Domingo próximo y estoy castigada! me lancé a la cama y me cubrí el rostro. Yo que quería amenazar a Justin balbuceé.



¿Qué?



No, nada suspiré. ¿Te digo un secreto?



Sí.



Valió la pena reí, recordando las historias estúpidas de Sid. Cada segundo de estas dos semanas me la pasaré tonteando sobre Sid y sus cuentos de terror, o en la forma que toca la guitarra, o en como canta, o en como huele, o en lo divertido y sabio que es. Juro que podría escaparme con él.



Ay, por Dios negó levemente. Mejor párate de ahí y acompáñame a elegir un vestido para el baile. Dijiste que me ayudarías con eso puso cara rara. Yo la miré.



Estoy castigada. No puedo salir, chiclosa.



Ay (inserte Pusheen triste acá)



Pero creo que podríamos ver por internet reí. Hay una tienda muy linda online, Bershka.



¿Bersh-qué?



Bershka repetí, con gracia.



Y nos pasamos la tarde viendo vestidos en internet, hasta que ella se enamoró de un hermoso vestido azul. Debo admitir que, para elegir vestidos, es molesta y es difícil ayudarla. Pero divertido, aire.



Luego Fede nos llamó para cenar. Había hecho linguini e invitado a sus amigos cosa que ya era habitual. Todos estábamos reunidos en la mesa cenando y diciendo cosas estúpidas y, de vez en cuando, Sid y yo compartíamos miradas cómplices.



Yo recordaba a tu amiga negra dijo Matteo con puchero y la boca sucia de salsa.



Fede y yo reímos a carcajadas.



Pues verás, Matteo habló ella, enrrollando el linguini en su tenedor... Hay algo llamado "La Crema De Sammy Sosa."



¿Ah? dijo este.



Al inicio se llamaba "La Crema de Michael Jackson", pero bueno. Cosas históricas continuó ella. Es una crema que te hace cambiar de color.



Ah... okay... me miró suplicante y articuló "Ayudame." Yo reí y continué comiendo.



Por cierto, K dijo Fede, mirándome. Hemos conseguido un espacio para tocar en el baile de primavera.



Todos los chicos en la mesa se veían orgullosos. Fede tenía una pequeña banda llamada Splash!, los integrantes eran él baterista, Khris guitarrista, y Matteo bajista y segunda voz. Un nuevo miembro, Sid guitarrista y vocalista. Ese fue otro asunto. Recuerdo cuando destituyeron a Matteo de su posición como vocalista...



 

 


¡No puedes simplemente venir y decirme que vas a darle mi puesto a Sid, Fede! chilló haciendo una pataleta horrible en la sala. Lo miré graciosa.



Fede suspiró. Es por el bien de la banda, Matty. Sid tiene una voz preciosa.



Este ladeó una sonrisa. Ya lo oíste, chiquilín. Ahora cállate y hazme un sándwich.



¡No! volvió a chillar Matteo, saltándole encima a Sid. Me dio un ataque de risa y a Fede uno de nervios.



¡Eh, cálmate, Matteo! gritó Sid cuando logró dominarlo, colocándolo debajo de él. Es sólo cantar. No es para tanto le pegó en la frente, de manera amigable, y se quitó de su encima, sentándose en el sofá. Ahora, ¿dónde está ese sándwich?



 
Fue un día épico.



Es una lástima que no pueda ir a verlos... suspiré, tratando de darle pena. Empecé a jugar con mi pasta.



Ya que yo voy empezó Fede, puedes ir...



Chillé de emoción.



PERO continuó, estaré ocupado con la batería y no creo que pueda prestarte la... atención... que necesitas me miró estricto. Bajé la mirada.



Yo puedo echarle un ojo saltó Sid.

Let's Cuddle.


 




 
Capítulo V,
Let's cuddle.
 
 
 
De vuelta dentro de la ciudad, conduje el Mustang a través de ella y manejé desde Treatty hasta Deacon. La lluvia seguía cayendo en una llovizna sombría. El camino era más sinuoso y tenebroso de noche que de día, si quieres saber la verdad. Habían árboles de hoja perenne amontonados a la derecha, en el borde del pavimento. Cerca de la siguiente curva, Sid señaló la caja que tenía por casa. Observé mejor los alrededores. Había una destartalada cancha de tenis frente a la caja negra. Todo el lugar parecía como si necesitara una capa de pintura fresca y vívida.



Aparqué el Mustang dentro de una plaza de estacionamiento.



Gracias por el paseo dijo Sid, cubriendo con su brazo la parte trasera de mi asiento. Sus ojos estaban vidriosos, su sonrisa levantada perezosamente en un lado.



¿Puedes entrar por ti mismo? pregunté.



No quiero entrar él arrastró las palabras. La alfombra huele como orina de perro, el techo del baño tiene moho y las cajas de cartón me abruman.



Supuse que probablemente aún no había desempacado.



Quiero estar aquí afuera, contigo.



Porque estás borracho.



Tengo que llegar a casa le dije. Es tarde, y Fede me ha llamado 300 veces. Va a enloquecer si no llego pronto. extendí la mano hacia él y abrí la puerta del pasajero. Mientras lo hacía, él enroscó un mechón de mi cabello alrededor de su dedo.



Hermoso balbuceó.



Desenrollé el rizo. Esto no va a suceder. Estás borracho.



Sonrió, quitándole seriedad a lo que dije.



Sólo un poco.



No te vas a acordar de esto mañana.



Pensé que habíamos conectado, por un momento, en el bosque...



Lo hicimos. Y eso es lo más lejano que nuestro vínculo puede llegar a ser. Lo digo en serio. Te estoy echando. Ve adentro.



¿Qué pasa con mi coche?



Me lo llevo a casa esta noche, luego te lo devuelvo mañana por la tarde sonreí.


Sid exhaló felizmente y se relajó, profundamente, en su asiento.

—Quiero entrar y relajarme sólo con Jimi Hendrix. ¿Podrías decirles a todos que la fiesta se acabó?



Rodé los ojos. —Invitaste a más de sesenta personas. No voy a entrar y decirles que se canceló.



Sid se inclinó hacia un lado fuera de la puerta y vomitó.



Ugh.



Agarré la parte posterior de su camisa, tiré de él hacia dentro del coche, y aceleré el Mustang lo suficiente como para rodarlo hacia delante unos metros. Entonces pisé el freno de pie y desmonté. Lo rodeé, para ir al lado de Sid y lo arrastré fuera del coche por sus brazos, teniendo cuidado, para evitar plantar mis pies sobre el contenido de su estómago vacío. Él arrojó su brazo sobre mi hombro, y eso fue todo lo que pude hacer para evitar caerme bajo su peso.



¿Tienes las llaves? —pregunté.



Está abierto murmuró en mi oído.



Claro. Desde luego. ¿Cómo no lo supe antes?



¿Quién deja su casa sin llave? chillé. Él sólo se rió.



Caminé unos metros más y empecé a escuchar la música. Tumbé la puerta de una débil patada y pude sentir como las piezas de mi cerebro se movían y se soltaban gracias a la música rap que sonaba por toda la casa.



—Mi dormitorio está al fondo —murmuró Sid en mi oído.



Lo empujé hacia adelante a través de la multitud, abrí la puerta que estaba al final del... lugar el cual no era más que un cuadrado amplio y lleno de cajas, con una cocina improvisada al fondo y otra caja de concreto, al fondo, que hacía el papel de habitación y tumbé a Sid en el colchón boca-abajo, en el centro. Y bueno, su cama no era más que eso. Un colchón tirado en el piso. Y juro que en ese momento no supe si Sid era un chico muy pobre, o descuidado.



"Luce mejor por dentro."

"Es más cómodo de lo que crees."

Fede, señoras y señores, mintiendo.



Había un pequeño escritorio en la esquina adyacente, un cesto de ropa plegable, un soporte de guitarra, y unas pocas pesas. Las paredes eran color blanco viejo y estaban escasamente decoradas con un cartel de la película The Godfather Part III y un banderín de New England Patriots.



—Mi habitación —dijo, al ver que miraba con atención a mi alrededor. Le dio unas palmaditas al colchón a su lado—. Ponte cómoda.





—Buenas noches, Sid.



Empecé a tirar de la puerta cerrada cuándo él dijo: ¿Puedes conseguirme una bebida? Agua. Tengo que quitar este sabor de mi boca.



Yo estaba ansiosa por salir del lugar pero no podía evitar sentir un tirón de irritante simpatía por Sid. Si lo dejaba ahora, él probablemente despertaría mañana en un charco de su propio vómito. Podría también limpiarlo y conseguir algunos ibuprofenos.



Desde la cocina improvisada, que sólo constaba con una débil mesada hecha a mano (probablemente montada por el mismo Sid), un lavabo y un refrigerador, se tenía una visión del vasto lugar transformado en pista de baile. Abrí y cerré cajas, en busca de un vaso. Encontré una pila de vasos de plástico en una caja llena de cómics, me dirigí al refrigerador y cuando lo abrí, me di cuenta que no había agua potable. Miré el grifo.



No creo que le moleste...



Y procedí a abrirlo para vertir agua dentro del vaso. Mientras daba la vuelta para llevar el agua a Sid, mi corazón se sobresaltó. Jaden estaba a varios pies de distancia, apoyándose en una pared. Se había separado de la multitud y su gorra de básquetbol estaba tirada hacia abajo, dando a entender que no estaba interesado en tener conversación. Su postura era impaciente. Él miró su reloj.



Decidí caminar directamente hacia él, ya que para llegar hacia Sid tenía que pasar a su lado, y sintiendo que le debía cortesía, además de que ¿no éramos ambos lo suficientemente mayores para manejar eso con madurez?



Humedecí mis labios, los cuales de repente se sentían secos como arena, y me detuve frente a él. ¿Divirtiéndote?



Las líneas de su rostro se suavizaron en una sonrisa. Jaden era mi ex-novio. Habíamos terminado mal por... cosas... y desde ese día, sólo lo veía cruzando por los pasillos en la escuela. Tenía unos lindos ojos marrones, con un brillo especial, y su cabello lo teñía de rojo caramelo más adelante supe que en realidad era negro.



—Puedo pensar en al menos una cosa que preferiría estar haciendo dijo.





Si eso era una insinuación, yo iba a ignorarla. Arreglé mi cabello.



¿Te quedarás toda la noche?



—Si me tengo que quedar toda la noche, dispárame ahora.



Extendí mis manos.




—No tengo armas, lo siento.


Su sonrisa era leve. ¿Eso es todo lo que te detiene?



No iré presa por ti —señalé.



¿Pero lo harías si pudieras?



Dudé antes de contestar. —No te odio, Jaden. Todavía.



¿El odio no es lo suficientemente fuerte? —adivinó—. ¿Algo más profundo?



Sonreí, pero no lo suficiente como para mostrar los dientes. Ambos parecíamos sentir que nada bueno podía salir de esa conversación, especialmente no allí, y Jaden nos rescató a los dos inclinando su cabeza hacia la multitud.



¿Y tú? ¿Te quedarás mucho tiempo?



—Nop. Le voy a dar agua a Sid, y enjuague bucal si puedo encontrarlo, luego me voy de aquí.



Él agarró mi codo. —Me acabas de pegar un tiro, ¿te has convertido en la enfermera de la resaca de Sid?



Él conocía a Sid porque una vez fueron a un campamento juntos. El rubio le ganó en una batalla improvisada de esgrima, y desde entonces, la palabra "odio hacia Sid" predominaba en sus sentimientos.



—Sid no rompió mi corazón.



Un par de latidos de silencio cayeron entre nosotros, entonces Jaden dio media vuelta y se fue. Gruñí, saqué mi teléfono del bolsillo y llamé a Kira.



¿Sí?




¡Acabo de encontrarme con Jaden y tuvimos una conversación rara y te juro por Dios que quiero ir al baile con él!



¿Qué? Habla más alto. ¿Dónde estás? Se oye música muy fuerte y... ¿es rap? ¿Qué diablos haces escuchando rap?





En primer lugar reí, el rap me gusta un poco. Y estoy en una... redoble de tambores... ¡fiesta clandestina!



¿Eh? ¿Qué haces ahí?





Estoy cuidando, de alguna manera, a Sid. Se emborracha muy fácil, ¿sabes?



... No entiendo nada.





Te llamo cuando llegue a casa reí.



¿Al menos Fede sabe de esto? ¿Estás tomando alcoh-





Colgué, aún riéndome, y reaundé mi camino hacia la habitación de Sid.



 

Habían pasado las horas, la fiesta había tomado un ángulo más relajado. Afuera habían personas durmiendo, tiradas en el suelo, probablemente borrachos hasta las orejas. Otras estaban enrrollándose en esquinas, algunos fumando. Se había vuelto un lugar con un ambiente no apto para mí: con eso estaba de acuerdo. Y Fede seguía llamándome al celular. Tanto, que se descargó.



Sólo estaba tirada en la cama de Sid, junto a él, hablando puras babadas.



Es que, en serio, aún no puedo entender que vivas aquí. ¿No pudiste conseguir un apartamento? ¿O mudarte con Matt y Khris? pregunté con un poco de burla.



Me gusta ser independiente extendió su brazo arrastrándome hacia él. Coloqué mi cabeza en su hombro. Oh, baby, let's cuddle tarareó en un balbuceo, junto a mi oído.



Sí. Él siempre balbucea cosas sin sentido (lo hace todo el tiempO.)



¿Y para ser independiente viniste a vivir a una caja, con más cajas dentro?



Él fingió ofensa. Las cajas son atractivas.



Reí tontamente.





Juro que puedo escaparme con este chico justo ahora.



Sólo cállate le dije, y cerré los ojos.



La habitación se llenó de silencio y pude escuchar la respiración tranquila de Sid. El chico era perfecto, de pies a cabeza. Era más inteligente que un demonio y tenía un cabello espectacular. Y, oh, Dios... sus ojos. Te daban ganas de nadar en ellos. Y no sabía exactamente qué me estaba pasando. Sólo estaba pasándome. Porque ahí estaba yo, entre los brazos de Sid, en su cama, dormitando. ¿Por qué estaba ahí? Habían tantos factores erróneos en tantos niveles distintos, que a Fede le daría un infarto...



¡Fede!



Abrí los ojos como platos, mientras la luz del sol entraba por una ventana muy arriba, cerca del techo. Empujé a Sid hasta hacerlo caer los pocos centímetros que separaban la cama del suelo y este se quejó.



No estás tan gorda como para ocupar todo ese espacio en la cama levantó su cabeza, mirándome. De hecho, creo que deberías comer más porque-



¡Cállate! grité nerviosa, me levanté y entré mis pies en mis tenis mientras trataba de identificar dónde había dejado mi camisa.



No seas hostil se rió, me tomó de la mano y me empujó hacia la cama. Caí sentada.



Tengo que irme, quítate gruñí, cuando lo sentí encima de mí. Él siguió riendo y me abrazó fuerte.



No quiero que te vayas, nena.





Me reí ante su término. Sabía perfectamente que lo estaba usando para molestarme.



Fede va a matarme le dije, forcejeando con él.



Te equivocas se apartó lo suficiente para mirarme. Me va a matar a mí.



Negué levemente. Tienes razón. Ahora quítate. Si llego temprano, sé que podré fingir que regresé a las 3 y que estoy borracha. Eso será menos sancionado que esto señalé la situación con mis ojos.



Sid iba a quitarse cuando la puerta de la habitación se abrió de un golpe. Era Khris.